Nos tocó una habitación de minusválidos en la cuarta planta. Sin problemas con eso. La cortina no estaba bien ajustada a la ventana y a las 6 de la mañana ya entraba una luz de medio día en la habitación. Como íbamos con un niño de 16 meses, en cuanto ve luz se despierta. Creo que deberían mejorarlo. Por último, sobre las 21 horas, pedimos calentar un biberón y un potito las tres noches que nos alojamos. La primera no hubo problema pero la segunda, con otro recepcionista, casi se lo tuve que rogar. Que la noche anterior había sido una negligencia de su compañero. Al final me lo calentó a regañadientes y sin poder poder ver cómo lo hacía. Muy poca empatía por su parte con un niño de poco más de un año.