Lo primero que destaca del hotel es que tiene una excelente ubicación, a pasos del Paseo Santa Lucía y en la zona del Barrio Antiguo. Al entrar, fuimos detectando diferencias entre las fotos del lugar y la situación real de las amenidades y la habitación que nos tocó. El área de la alberca es más pequeña de lo que se ve en fotos y el color del agua no es tan transparente como en las imágenes. Las habitaciones están muy cerca de las amenidades y se escucha todo el ruido del exterior y las habitaciones contiguas, lo cual no permite la sensación de privacidad ni la capacidad de pleno descanso.
Al llegar a la habitación, nos dimos cuenta que no era para nada cómo se mostraba en las imágenes, ni en cuanto al mobiliario ni a la distribución de la misma. Si bien, la habitación real no era mala, esta diferencia entre lo esperado y lo obtenido jugó en contra, aunado a la nula privacidad que se percibía por el ruido que se escuchaba en el exterior y en las habitaciones vecinas. Hubo muy poca explicación sobre el uso de la puerta y la cerradura digital, además que habían espejos y cuadros mal puestos en la habitación que escondían interruptores y/o bloqueaban la vista de los muebles.
No pudimos descansar mucho en nuestra estancia debido a que durante toda la tarde y parte de la noche, había un grupo muy ruidoso y alcoholizado en él área de la alberca, lo cual nos obligó a buscar estar lo más que se pudiese fuera de la habitación en momentos donde se pretendía descansar.
