Vaya por delante que es un establecimiento de primerísima fila, de limpieza impecable y decoración exquisita en su exterior y espacios comunes. Pero es tremendamente incómodo.
Está situado en el castillo de Lorca, 200 m. sobre la ciudad. se accede por una carretera de sentido único, y se desciende por otra. Si conducir de día impresiona, de noche mejor no hacerlo. Y eso es lo que hicimos, bajar a pie, y subir en taxi. Pero Viernes Santo tardaban horas, y a partir de una hora, ya no daban servicio. Algún taxista se negó a dar servicio.
Las habitacines espartanas, y las vistas, a pesar de la situación inexistentes. En los pisos 4 y 5, cara a la pared. con una pequeña ventana. Baños de marmol, pero todavía con bañera. Sin cafetera en la habitación ni ningún tipo de alfombra. Cafetería cerrada a la hora del desayuno, o sea que hay que ir al buffet, no tienes alternativa en ese nido de águilas.
El servicio muy amable, hace lo que puede, pero sin apurarse.
En fin, subir a comer es muy recomendable. El restaurante es muy bueno, y se puede ver el catillo, tomar café con vistas maravillosas, Eso sí vale la pena.
Quedarse a dormir NI LOCO.